Entre charlas, abrazos, copas en alto y música, Laura y Tomás lo dieron todo. Y eso se nota en cada foto. Me enfoqué en capturar la espontaneidad, la emoción real, los gestos pequeños que hacen grandes las imágenes. Esa es la base de mi forma de trabajar: contar la historia tal y como fue, con una fotografía de boda natural y honesta. Porque al final, las bodas no van de que todo sea perfecto. Van de celebrar lo que se siente. Y esta boda fue eso: pura emoción en un día lluvioso.
Si estás interesad@ en obtener más información o contarme cómo va ser uno de los días más importantes de vuestras vidas, ¡Conectemos!