Desde el primer momento se notaba que iba a ser un día muy especial. La preparación de la novia tuvo lugar en el mismo Mas Llombart, rodeada de sus amigas más cercanas, risas nerviosas y una emoción contenida que se respiraba en el aire. Todo estaba perfectamente coordinado, pero sin perder esa sensación de naturalidad que hace que la fotografía de boda auténtica cobre vida. Everyn, con una sonrisa que no se borró en ningún momento y algún que otro estado de nervios, se dejó acompañar con calma, mientras los detalles empezaban a cobrar protagonismo: su ramo, los zapatos, las joyas, la mirada de sus amigas y sobretodo su padre al verla vestida… cada instante era puro oro para mi cámara.